lunes, febrero 22, 2010

Confianza


Hace días que magullo palabras en mi mente, sin dejarlas salir. He sufrido su encierro, pues si ellas, mis palabras, están presas, también lo estoy yo. Por eso sin pensarmelo mucho resolví escribir como fuera al menos algunas líneas para dejar salir a sorbos todo lo que he estado viviendo en estos días. 
Soy muy afortunada. Cada día trae consigo muchas aventuras, retos, sorpresas. Aunque tengo mis quejas, es mucho lo que le debo al transporte público de mi país. A pesar de lo ineficiente e insoportable que puede ser, no puedo negar que en estos días ha sido una fuente de oración, mi alivio, mi motivo de risas y una oportunidad para conocer personas. A bordo de una "Caribe Tours" en su ruta "31", vi uno de los amaneceres más hermosos de mi vida. Fue hace mas o menos dos semana. Iba de pie, en la "cocina" y cruzabamos el puente de la "17" en una guagua repleta de gente. De un momento a otro, estaba ahí. El sol se erguía tan hermoso en el cielo. Por un momento parecía salir de entre los árboles y mientras lo admiraba, me olvidé del tapón y fuí muy afortunada. 
Sus rayos apenas tocaban mi rostro. Cerré mis ojos y me sentí tan viva. Entonces recuerdo que empecé a darle gracias a Dios por la oportunidad tan hermosa que me daba de contemplarle a traves de la Creación. Pero sobre todo le agradecía que me hablara, pues sin duda en ese momento Dios me decía lo mucho que me amaba. 
Por un instante sentí tanta lástima de las casuchas que parecía rendirse a mis pies. De seguro muchos de los que allí se hacinan, no esperaban con tantas ansias este amanecer. Seguro muchos no tendrían nada que comer y este nuevo día simplemente sería uno más repleto de preocupaciones
Es triste si. Como triste son las sorpresas amargas que llegan cuando menos te la esperas. Por eso son "sorpresas". Como triste despertar con la angustia de estar anclado en el mismo puerto sin saber cuando por fin llegará el día de levar anclas y tomar nuevos rumbos. Si. He estado pensando en eso. Lo he estado viviendo. ¡Ah! Pero Dios no se ha olvidado de mi. No. Ha estado al pendiente de cada una de mis inquietudes para recordarme que debo confiar y esperar en Él. Y vaya que ha insistido. Saben que. Una vez me dolía mucho la cabeza, en una guagua. Estaba preocupada... y no sé cómo empecé a hablar de Dios con alguien y el dolor desapareció. Como por arte de magia. 
Es difícil a veces olvidarse del dolor que nos atrapa, que nos palpita. Pero es la única forma en la que Dios puede actuar: cuando nos abandonamos a Él y confiamos en su Providencia. 
El mejor de estos ejemplos lo acaba de dar una bebé de apenas cuatro (4) días de nacida. Ella ha hecho honor a su nombre, dando una gran lección. Se lo decía a su Papá, que es mi mejor amigo. Les cuento: Hubo un momento en que la madre de Lía Yireh estaba muy delicada. Nunca olvidaré el rostro de mi amigo, sus ojos, aquel jueves a las 10 y algo de la mañana mientras me contaba lo que sucedía. Hizo todo para contener sus lágrimas.... por mantener frente a mi su siempre actitud de confianza en Dios aun en el momento más duro... El no se imagina cuanto lo admiro... Su esposa corría peligro de muerte... y su beba que estaba en su vientre. 
Ante aquel cuadro sólo nos quedaba una opción: abandonarnos a Dios. Depositar en Él la intervención de Jenny, su alta presión arterial y los pulmones de la pequeña Lía. Sólo nos quedaba confiar en Dios. Y para su Honor y Gloria, gracias todo está bajo control. 
Fue hermoso como muchos nos unimos como soldados a esta batalla y para salir más que vencedores. Recuerdo como en un momento, mientras estaba en la clínica, esperando que Chiky, mi amigo, saliera en cualquier momento para darnos noticias, me invadió una gran paz. Tuve la sensación de que Dios mandaba su ángeles y tomaban las manos de quienes intervenían a nuestra hermana... y ya dejé de sentir angustia. Respire, levanté mi cabeza y sonreí. Dios lo tenía y sigue teniendo todo bajo control. 
Pese a las altas y bajas en esta montaña rusa que es la vida, sobre todo cuando se vive tras las huellas de Jesús, estoy convencida que pase lo que pase Su Gracia jamás me abandona. Sé que podré manterme en pie, dando la batalla, aunque a veces llore, como lo hizo mi amigo aquella mañana en mi hombro. Sé que esas lágrimas no son sinónimo de debilidad. Sé que me basta Jesús, pues si soy débil entonces es cuando Él es fuerte. 
No sé como, pero me abandono en las manos de Jesús. Pongo mi mirada en Su rostro y aspiro su perfume. Lo abrazo. Confio en Él. 

lunes, febrero 01, 2010

Seguirte Jesús

Ayer celebrábamos el día de la Juventud y elegimos el tema que titula este post como centro de la convivencia que tanto los grupo de oración Jesús amigo como Más que vencedores decidimos realizar para celebrarlo, y de paso dar a conocer un poco acerca del carisma de Don Bosco, personaje que inspiró esta fecha en nuestro país.

La experiencia, de manera personal fue maravillosa. Edificante y refrescante. A pesar de que al final del día cuando decidí escribir este comentario, estaba muerta de cansancio, me sentía renovada y convencida de que seguir a Jesús ha sido la mejor inversión y la mejor decisión que he hecho en mi vida. Y que, sobre todo después de haberlo pensado en estos días, no me arrepiento de estarle dedicando mis mejores años, mi juventud, mi ánimo para servirle y para predicar su Palabra. Mostrarles a otros esta Buena Nueva que, como dijo Jhonatan, el instructor, no vale la pena, sino que vale la vida.  Y como dice una canción: "...Cómo escapar de Ti, como no hablar, su Tu voz me quema dentro". Definitivamente, Jesús es lo mejor que me ha pasado y obedecerle a pesar de que muchas veces no entiendo sus caminos, sus decisiones, estoy convencida que estar a su lado es lo correcto y el secreto de la felicidad, de mi felicidad.

Confirmo mi llamado. Vuelvo a decirle que sí a Jesús. Estoy segura que quiero seguirle. Tan sencillo como se escribe y tan difícil como es en la vida real. Ayer, a través de mis amigos, de mis hermanos en Cristo, estuve tan alegre. El día fue, a opinión de algunos, excelente, para la Gloria de Dios. Yo les secundo. Y le agrego: fue maravilloso. Nada ostentoso nos caracterizó. Tuvimos a Jesús. Su presencia nos acompañó y que más podíamos necesitar. Lo que sentí me hace cantar como el salmista: “mejor es un día en tus atrios (o en tu casa) que mil fuera de ellos. Porque estar en el umbral de tu casa es siempre mejor, que habitar en los palacios”. Es así. No lo puedo explicar. Pero es así.

He tenido la oportunidad de experimentar varios estilos de vida. He saboreado un tanto la fama, la popularidad. He estado en grandes mansiones, he compartido con gente “importante”, de poder. He estado en fiestas, con todo tipo de comida, bebidas, música. He ido a buenos hoteles. He sentido el amor y la pasión de un beso. La adrenalina de hacer lo que te gusta, como en mi caso escribir, leer un buen libro, un buen poema. De bailar, que me encanta, de escuchar música. Pero nada de eso se compara con estar en la presencia del Señor, de sentirme amada por Él. Y mi intención no es restarle méritos a lo antes mencionado. Lo que quiero significar es que nada de eso tendría sentido si no va de la mano de Jesús. No sabe igual. Es como comer arroz o plátanos si sal. Bailar sin música. Es tenerlo todo y al mismo tiempo sentir que no tienes nada. Y sé que algunos de los que lean esto saben a lo que me refiero. No hay palabras que puedan describirlo. Esto hay que vivirlo. Prueba y verás que bueno es el Señor. Yo lo garantizo. Estar a su lado es vivir a plenitud.  Jesús, aquí estoy. Quiero seguirte. Conduce Tú mi vida.