miércoles, septiembre 14, 2011

En honor a Mario Benedetti

Hoy Mario Benedetti hubiera cumplido 91 años hoy. Por motivos de trabajo no tengo tiempo para dedicarme a escribir algo que valga la pena sobre él (aunque siempre quedaría corta). Les dejo este poema, que "nowdays" me da ánimos para seguir adelante y en momentos difíciles siempre me devuelve la esperanza. Además, es una de mis frases de batalla favoritas. Así se llama este poema.

Feliz cumpleaños Mario,

No te rindas
No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.

lunes, septiembre 12, 2011

Taciturna

Es tarde. Quisiera irme a dormir, pero no puedo. Pierdo las energías pensando... eso de soñar despierta hace días que no se me ocurre.
Quizá algún día escriba de cocina. No de recetas, de cocina. Tengo la loca idea de ganarme la vida cocinando, si esto de escribir no se cuece. A la gente le gusta comer. A mi me gusta, pero disfruto más ver a los demás disfrutar algo que preparé. Es como cuando alguien me dice que le ha parecido bien un escrito.
Bailar es otra de mis pasiones, pero no me imagino escribiendo sobre baile. Ni viviendo de eso. Pero tengo unas ganas de volver a bailar (no merengue o salsa) que reviento. El baile siempre fue para mi una escapatoria. Mientras bailaba, ballet y jazz entonces, dejaba salir lo que llevaba dentro, así fuera tristeza, dolor o alegría. La música, el movimiento me servían para canalizar mis sentimientos, e incluso para sentir más lo que hacía. Una terapia infalible y un instrumento eficaz para estar animada.
A veces quiero viajar. Conocer París (creo que he vuelto a soñar despierta) leer libros en un café al aire libre, a media tarde, tomando capuccino, sin distraerme con quien pasa a mi lado.
Tumbarme de espaldas en algún lugar poblado de árboles, con los brazos abiertos y los ojos cerrados. Guiñarle un ojo al presente y despedir al pasado en paz. En especial a aquel que humedeció mi mirada y osó impedirme sonreír.
En verdad es tarde. Estoy asustada. ¿Asustada? No lo sé. Tomaré las pastillas antes de irme a la cama. Mami las dejó cuidadosamente junto a mi, donde no pudiera olvidarlas. Le alegrará saber que aunque tarde, no las olvidé... ni otras cosas -que sí debiera- tampoco. Quizá con el tiempo. Quizá con una taza de café.


lunes, septiembre 05, 2011

Insomnio


Pasa la noche, llega el día
mira al cielo con los ojos abiertos
pero no sabe a consuelo.

Hay recuerdos vagabundos, asechando,
hambrientos, sin casa, buscando sitio en la oscuridad,
en el túnel sin salida de la memoria.

Toca la cumbre del silencio
se esfuma como el humo entre los labios
con un espesor casi tangible
con un aroma a desencanto y agonía.

Se sienta a escribir. Camina. Vuelve a sentarse.
Ya no hay nada qué hacer. Espera... espera... espera.
Y se convierte la mañana en una marea turbulenta
en un dolor de cabeza, en sonámbula.

Y de la neblina que esconde el sol al caer la tarde
aparece reflejada la imagen que tanto teme.
El reloj volverá a ser cómplice
cuando al caer la noche
le aseche el temor
le condenen a perpetua prisión
con el valor atado
los pies sujetados
hasta hundirle
tristemente
y con dolor
otra vez
en la eterna sinfonía de la madrugada
hasta que vuelva,
otra vez,
a caer la tarde.