miércoles, julio 29, 2009

Ayer

Ayer estuve de viaje por la "ciudad corazón". Muchas ocurrencias, risas, escaramuzas "esporádicas" en lo que lograbamos descifrar cómo llegar a nuestro destino, pues andabamos algo perdidos, por allá por la ciudad...
Todo bien. De ida, lluvía en la carretera, objetos hechos de barros, paradores destartalados y ejecutivos, un aura fría de nostalgía entre los árboles, yo tratando de estudiar inglés y seducida por el paisaje, me destraía. Me pierdo en mis pensamientos. Más lluvia... neblina...
Ya en el "pueblo", niños pedían en las calles, un frutero me vendió dos guineos, y otros se afanaban en explicarnos como llegar a la Bartolomé Colón y al sector la Esmeralda.
Casuchas "como en la capital" dice el fotógrafo, cuando pasamos por encima de un puente seco. Admiro los monumentos, nos tropezamos con varios en el camino y yo me marcho por quinta vez de Santiago sin conseguir una foto en uno de ellos. Culpo al fotógrafo... y a mi falta de insistencia.
De regreso, nos topamos con pajaritos, guacamayos y siento tristeza de verlos enjaulados. Admiro las pellizas de colores que veo colgando de los cordeles invisibles agarrados en los palos a la orilla de la carretera. Veo hamacas, y deseo una hermosa como de estilo hindú. Vamos despacio, escuchando una emisora revolusionaria que le canta a Francisco Alberto y a los campesinos. Hay rastros de agua y una ligera llovizna nos cubre.
Llegamos entre atajos de subidas y bajadas muy empinadas, tomadas en un desvio por evitar los tapones por el inicio del "Corredor Duarte" en la Kennedy, una precaución tomada sabiamente en la mañana.
No llego a la casa. Voy a la iglesia, donde me esperan mis hermanos en Cristo y el mismo Jesús. No siento "tal" cansancio hasta que inicia el grupo después de la misa. Pero estoy contenta. Me sacudo los tereques que llevo encima y me uno a la asamblea jubilosa y alegre. Más tarde algo me sucede. Estoy tan inquieta. Esas cositas de Dios tan especiales y que apenas empiezo a probar. Dios se las trae. Entre insistencias y resistencias me dejo guiar por El (eso creo). Soy terca como una mula. Siento miedo. Estoy nerviosa. Y le pido perdón por tanto dudar, por no dejarme llevar.
Me llama el descanso luego de conversar con un amigo. No le hago mucho caso y mami me insiste. Ya es tarde y el mañana no tendrá piedad de mi cansancio. Hago los rituales antes de acostarme, entre ellos orar un momento. Fue breve. Pero no podía irme a la cama sin decirle par de cosas al "Fuerte". Lo amo tanto. Ese sentimiento me llena de paz... Ya me dormí.

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