miércoles, enero 13, 2016

Cuando débil soy...

"Pero me dijo: te basta mi Gracia; mi mayor fuerza se manifiesta en la debilidad. Con gusto pues me preciaré de mis debilidades para que me cubra la fuerza de Cristo". 2 Corintios 12, 9. 

Creo que esa ha sido una de mis mayores luchas espirituales: sentirme, saberme débil. Cuando llega ese momento en el que solamente puedes depender de la providencia de Dios. 

Me sucede con una frecuencia incómoda. No tener las respuestas, no saber qué hacer, esperar... oh, esperar. 

También en mi cuerpo lo experimento. La medicina demora en su efecto. Y hay cosas con las que sencillamente nos toca lidiar de por vida. 

Hoy, sentada en el "sofá de la oración", recordé la cita bíblica que encabeza este post. La primera vez que "nos encontramos" (la cita y yo) estaba atravesando por una situación que debilitaba mi salud. Ahí aprendí que en todo momento, no solo en las buenas, debía dar gracias y glorificar a Dios. 

Suena a locura. Y ciertamente, lo es. Pablo lo llama "la locura de la cruz". Esa es la cruz que nos salva. 

Así que en este momento abrazo mi cruz. Confío en que todo lo que me sucede tiene que ver con el plan de Salvación que Dios pensó y creo para mi. No es fácil. La incertidumbre se puede sobrellevar con la paz... la paz de Jesús. 

La paz no llega por arte de magia. Porque la fe no es parte de un espectáculo. La fe es producto de una relación estrecha con Dios. De esa relación, uno de sus frutos es la paz. 

Abrazar la cruz tampoco significa resignarse o darse por vencidos. Significa aceptar. Aceptar lo que no puedes cambiar y seguir adelante. Y luchar. Sí, abrazar la cruz es parte de una batalla, sobre todo interior. 

Porque abrazar la cruz (y lo repito a propósito) significa la mayoría de las veces negarse a sí mismo; y créanme, no hay batalla más dura que la que libramos contra nosotros mismos. 

Sentada en el sofá de la oración escribo esta nota. Aquí, ahora, decido una vez más confiar en Dios y en su providencia. Oro por mí y por todos y todas las que están librando una batalla que pone a prueba su fe. Oro por los que como yo, a veces se sienten pequeños y frágiles. Por los que sienten que no pueden pelear por su sueños, porque les abruma el mundo. Por los que están llenos de inseguridad, por los que no saben lo que quieren y por los que aunque lo saben, "no saben" como conseguirlo. 

Oro por los que necesitan paz. Por los que esperan. Por los que están tristes y por los que tienen una tristeza fruto de una herida con Dios... por esos que piensan que Dios les ha abandonado. 

Tú que lees: no sé quien eres... pero estoy orando por ti. 

"Cuando débil soy, fuerte soy". 


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