viernes, enero 16, 2009

Tu santa Palabra Señor, en mi corazón guardaré...


Gracias. Gracias porque siempre Señor buscas la forma de hacernos ver que tu bondad y gran amor por nosotros, no tienen límites.


Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Marcos (2, 1-12)
Gloria a ti, Señor.
Cuando Jesús volvió a Cafarnaúm, corrió la voz de que estaba en casa, y muy pronto se aglomeró tanta gente, que ya no había sitio frente a la puerta. Mientras él enseñaba su doctrina, le quisiéron presentar a un paralítico, que iban cargando entre cuatro. Pero como no podían acercarse a Jesús por la cantidad de gente, quitaron parte del techo, encima de donde estaba Jesús, y por el agujero bajaron al enfermo en una camilla.
Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te quedan perdonados”. Algunos escribas que estaban allí sentados comenzaron a pensar: “¿Por qué habla éste así? Eso es una blasfemia. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?”
Conociendo Jesús lo que estaban pensando, les dijo: “¿Por qué piensan así? ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados’ o decirle: ‘Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa?’ Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados -le dijo al paralítico-: Yo te lo mando: levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa”.
El hombre se levantó inmediatamente, recogió su camilla y salió de allí a la vista de todos, que se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: “¡Nunca habíamos visto cosa igual!”
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús


Reflexión
Jesús libera al paralítico del estigma de que su enfermedad deriva de su pecado. Jesús quiere cambiar la mentalidad de quienes lo humillan de esa forma. La multitud que asiste a la liberación del enfermo toma repentinamente posición contra Jesús. La parálisis ha cambiado de campo, y Jesús ve que su propio proceso comienza con la acusación que muy pronto será la causa de su muerte: “¡blasfema!”. En la medida que el hombre moderno ha perdido el sentido de Dios, ha ahogado el sentido del pecado y, por consiguiente, la significación de un Mesías que perdona y que muere por el perdón de los pecados. El cristiano no podrá dar testimonio del perdón de Dios y de su necesidad si no purifica su propio concepto de pecado, y si no hace del perdón una tarea comunitaria del amor en la edificación de la paz, de la justicia social y en las mil facetas de la vida humana. La misión de Jesús fue levantar al pobre de su condición inhumana: “levántate, toma tu camilla y vete”. Ponerse en camino (andar) significa tomar nuevos rumbos de vida y no dejarse someter por las estructuras injustas que muchas veces invalidan la dignidad humana.

Colaboración Servicio Bíblico Latinoamericano

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