martes, junio 30, 2009

Al fin!!

Wao! Cuánto tiempo sin verte querido blog. No sabes lo que extrañé escribir sobre ti. Necesitaba tanto tu acogida, tu bienvenida a mis letras desnudas. Sin mucho ánimo me recibe el día que, al fin, permite que entre a tus páginas virtuales, rompiendo un hielo silente de casi quince días, eternos para mi...
Cuando al fin, el Internet decide hacerme las pases, y cuando mi papá y mi hermano me dan el permiso, entonces siento pesados los dedos, embotada la mente, triste los ojos... Pero no podía perder esta preciosa oportunidad, al menos para decir hola, y despedirme de Chicho. Si, Chicho, el gato, murió esta madrugada. Fue una pena verlo como pedir ayuda y no poder hacer nada para salvarlo. Verlo convulsionar, revolcarse de dolor, con una inclemencia que ni le permitia maullar... tanto que le gustaba. Ya no lo veremos más saltar y correr... arrañar los muebles, jugar con las fundas y entrar en todo lo que tenga un agujero... ir a despertar a mi hermana para que le eche comida...
Como duele ver morir... aunque sea un animal, no deja de ser cruel. Me pregunto: Cómo puede haber gente tan perversa que mate animales sin ningún remordimiento. Si tan sólo lo hubieran visto... Habrá un cielo para animales?

En tanto, le digo adiós a unas efimerísimas vacaciones, disfrutando de estar en casa, en familia. De levantarme tarde, de ir a misa fresquesita todos los días, de dormir la siesta en las tardes. Además, ha sido una semana llena de bendiciones, de esperanzas, y de promesas. Presuntos Implicados, con su melodia de fondo, ha inspirado uno que otros versos. Se ha convertido en una adicción que me acompaña todas las mañanas, luego del café.
Y leer. Que rico es leer a las anchas, sin prisa, sin pausa. De eso también disfruté.
Además, comprobé que todavía tengo sueños que no olvido... cosas que todavía quiero hacer, que tal vez por su sencillez, deje de lado. Y también, tuve que tomar muchas decisiones difíciles.
Pensé mucho en Abrahám, cuando estuvo a punto de sacrificar a su hijo Isaac. Siento que Dios quiere probar si en verdad El es lo más importante en mi vida...

Así estuvo esta quincena de ausencia. Les dejo un poema que escribí en las vísperas de las vacaciones, o sea, hace casi un mes. Es una carta, pero sin remitente... aún.

Hola! Te escribo esta carta...
Hace mucho que te escribo cartas, ¿sabes?
Las tengo guardadas en una caja de rosas,
perfumadas con frangracia de fresno y atadas con una
cinta azul y otra blanca.
La azul no es porque eres hombre,
sino porque intuyo es tu color favorito, ¿me equivoco?
La blanca es por mi
porque aunque sencillo
es puro y limpio lo que te ofrezco. ¿Lo querrás?

Hace mucho que te escribo, ¿ lo sabías?
Te escribo mientras sueño bajo la sombra de una acacia
o un frondoso frutal de mangos.
Te escribo a la orilla de la noche
con el mar de complice, la luna de farol
y la arena cosquilleando mis dedos,
mientras te abrazo en mi mente
cuando te escribo.

Mis letras las dibujo pensando en tu cara sin rostro
despierta, dormida,
en la incomodidad y con el ruido de las calles
en mi corazón palpitante
con mis pequeñas manos,
vacilantes, temerosas, frías.

Te escribo
con el arullo silente de la madrugada
que me cala los huesos.
Te escribo con el aroma del café recién colado
con el último sorbo...

Te escribo con el murmullo divino y sublime de la lluvia.
A pleno sol, con la brisa rozando mi rostro,
alborotando mi cabello mientras,
intento armar el rompezabezas de tus ojos, de tu aliento.

Te escribo con el verde de la naturaleza
con cualquier "Guerra" de fondo.
Te escribo mientras llegas.
Pero no me culpes si, cuando lo hagas,
pasan los días, y no te escribo.
Eso te pasa por demorarte
y no dejar que te diga,
con otras formas,
que te quiero.