miércoles, junio 25, 2008

Jeannette Miller, un ser humano sin pretensiones



Esto es una entrevista que le hice a esta escritora hace casi ya dos años. Hay algunos datos que deben renovarse, pero prefiero publicar el escrito tal y como salió en el Listín Diario. Jeannette es un ser humano encantador y auténtico, con un gran sentido humano y sobre todo, con una gran humildad que destila en cada palabra que brota de sus labios. Es irónico tal vez pensarlo, pues es sabia, educada, atinada al hablar. Tiene una energía sin igual con un gran manejo de las palabras, que usa con acierto y sin pretenciones. Todo le sale tan natural... En fin, una persona maravillosa, entregada a Dios. Es un placer haberla conocido. Un privilegio escribir sobre ella.
Ahí les va.

Ah! El título y subtítulo no es el mismo. El editor Luis Beiro tuvo que editarlo y no tengo el físico para recordar como iba. Pero el resto si es así. Ahora sí, ya no interrumpo más.


JEANNETTE MILLER: RETRATO EMINENTE DE INTELECTO Y HUMILDAD

“Vivo mi día a día en una permanente Acción de Gracias a Dios”.
Espontaneidad, sensibilidad, sabiduría, amor a la vida y a su trabajo son matices que develan su tan imponente personalidad.

Nazaret Espinal

SANTO DOMINGO.- Ella nos mira sonriente mientras, por la calle, buscamos perdidos su oficina. Y, cerrando su carro nos indica el lugar. Con gentileza, pero energía, nos invita a pasar. Se desvanece al instante la idea que tengo acerca de que los escritores e intelectuales, son personas de carácter pasivo, de poca viveza o dinamismo. Mi "patrón" encuentra su excepción con: Jeannette Miller. De inmediato comienza a fluir algo más que una entrevista de rutina, ya que Miller es un estallo de sabiduría en cada frase. Es indudable que cada una proviene justo de su corazón.
No es coincidencia que haya convertido su péndola en arte y que conjuntamente se dedicara a la docencia. Por sus venas corre la musa de los artistas. Es hija del fenecido escritor, autor de monólogos televisivos, articulista en periódicos, bohemio poeta y hasta cantante de tangos, Fredy Miller. Así mismo es nieta de quien fue una cantante de ópera, Julieta Otero, personajes que hoy justifican esa pasión y vocación con la que sólo algunos nacen. Además, creció dentro de ambientes y situaciones que, como expresa: "me obligaron a escribir. Era para mí como un desahogo, una terapia".
"Yo comencé a escribir cuando mi padre desapareció. El fue una víctima de la Era de Trujillo. Apenas con 41 años, el 5 de mayo de 1959, salió de la casa como todos los días, y no volvió. Yo tenía catorce años", recuerda Miller.
Por motivo a esa desaparición aparentemente inexplicable, se tejió una historia ficticia tiempo después, según Jeannette, en los doce años de Balaguer, acerca de que Fredy Miller había sido secuestrado por los extraterrestres. Una forma de burlar su asesinato, "una treta política para desviar la atención" como ella afirma, pues su padre era un opositor declarado en contra de la Tiranía, por lo que sobre entiende lo que en realidad motivó su muerte: una cruel censura. Fue ametrallado junto a su compañera de entonces, Julia, la tía de ésta y dos niños. Sus cadáveres nunca aparecieron.
Su muerte le afecta notablemente, pues la relación con su padre era de amigos, pese a que sólo estuvo con él para los últimos años de su vida en los que ella era apenas una adolescente. "Era una persona con la que me gustaba estar", dice. “Un amigo con quien podía hablar. De él recibí lecciones precisas para la escritura y algunos criterios que me formaron para la vida: piedad, conmiseración, solidaridad, pero ante todo, "decir siempre la verdad, porque la mentira no es parte de nuestra memoria". (Tomado de Fredy Miller: realidad y leyenda). "Fue mi primer maestro". Con lucidez revive cuanto le gustaba cocinar y la preciosa voz que tenía. “Era un hombre sumamente humilde, solidario y bueno”, finaliza.
La parafernalia que se creó alrededor de su muerte y el desconsuelo de no haber visto su cadáver, volcó en ella "una necesidad de decir cosas para ir organizando esa multiplicidad de ideas e inconformidades que permanentemente me ocupaban", nos cuenta. Esta razón, conjuntamente a sus reuniones seguidas con escritores y pintores es lo que da el punto de partida a su profesión artística: "estábamos nucleados por el sentido de oposición al régimen. Formamos un grupo conocido como Generación del 60. A partir de ahí me motive a escribir, para expresar la injusticia, la opresión, la agresividad" afirma Miller, como despertando aquel momento.
Julieta Otero, su abuela paterna se convrtió en el eje de su vida. Con ella vivieron Jeannette y sus dos hermanas desde que sus padres se separaron. “Ella fue mi madre, mi primera mentora. Siempre me apoyó en todas mis inquietudes”, relata.

Reflejando su admiración, continua: “Fue ejemplo de mujer bondadosa, de cabeza de familia y de cristiana. Eso nos edificó y nos ayudó a ser verdaderos sobrevivientes”. Cuenta también sobre una cualidad que la formó: su humildad. La alude con esta anécdota: “En la misma sala donde sentaba las grandes personalidades del país, llegaba su compadre Entremedio, que era carnicero en Villa Mella, ella en esa misma sala lo sentaba. Decía: nadie es mejor que nadie; todos somos iguales porque todos somos hijos de Dios”. “Ella nos los dio todo”, concluye.
Son esos los verdaderos que quedaron perpetrados en su carácter y personalidad, formando parte de sus virtudes. Porque además de escritora, poeta y crítica de arte, es un ser humano de corazón sensible que rebosa humildad. Es sumamente espiritual- espiritualidad que comparte con su madre Rosa Rivas viuda Marchena-, se considera católica comprometida y reconoce que su talento es un don de Dios. “Vivo mi día a día en una permanente acción de gracias a Dios, desde que me levanto hasta que me acuesto. Y le pido que yo nunca pierda la conciencia de que El (Dios) es parte mía, de que está conmigo. Estoy muy consciente de que lo que puedo ejercer o lograr, son dones de Dios; yo no tengo que ver nada con eso”, asegura. Se nota que en cada palabra, la sinceridad y el amor intrínseco, se transmite sin cederle espacio al más mínimo rastro de jactancia. Ningún logro alcanzado ha podido arrebatarle su modestia. Ella misma confiesa que no le gusta que le reconozcan, no por incordialidad, sino porque: “me da vergüenza”.

Jeannette Miller: la escritora
Atesora una invaluable sabiduría que la sitúa entre las figuras más destacadas de la literatura dominicana. Es para el año 1972 que con su primer libro de poemas “Fórmulas para combatir el miedo” sube el primer peldaño de lo que será luego su vasta obra poética.
Cada uno de sus escritos, ya sean poemas, obras narrativas o críticas de arte se encuentran salpicadas por cada una de la circunstancias que le ha tocado vivir en su entorno, su país, su mundo.
Jeannette Miller es Licenciada en Letras de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde luego impartió clases. Asímismo lo hizo en La Escuela de Bellas Artes y ha impartido talleres a diferentes instituciones sobre gramática. “Nunca he podido desligar mi interés de transmitir las cosas de una manera clara y ordenada”, dice.

Inició a escribir sobre historia del arte en el periódico el Caribe junto a María Ugarte en los años 70. En el presente tiene en su haber importantes aportes culturales: ensayos interpretativos a partir del registro histórico, las artes plásticas dominicanas y el despliegue sobre el trabajo de la mujer en la literatura, intentado descubrir a muchas mujeres que han estado presentes mas de forma anónima. Todos estos créditos se sumaron para que la Academia Dominicana de la Historia la distinguiera nombrándola parte de sus miembros. “No me lo esperaba”, confiesa. Para ella lo importante es: “darle sentido a mi existencia a través del servicio a los demás”.
Con su trabajo busca también incidir en la realidad de su país. Estas son sus palabras: “Busco rescatar lo que ha sido la secuencia de hechos que te permiten crear una cadena de afinidades en lo que hasta ahora es la Historia del Arte Dominicano, o sea, en que contexto histórico, social, político y económico se llevaron a cabo respuestas artísticas y quienes fueron los más destacados.

Busca además de alguna manera crear conciencia ante los méritos que se pierden porque como expone: “la sociedad esta diseñada para lo externo, relevando la espiritualidad los verdaderos valores del ser humano, sus condiciones, su bondad, su ética, su moral. La gente se ríe de eso".
A su juicio la sociedad está en un ensimismamiento cotidiano que no le permite pensar, por lo que se convierte en consumidor indiscriminado que por lo único que se preocupa es por ganar dinero para adquirir cosas que la propaganda mete. A este hecho lo llama síndrome del zafacón sin fondo.
El panorama actual intelectual lo define como una proyección de lo que es la situación social nuestra. Que hay muchos talentos pero poca formación. Personas con ideas excelentes sin embargo que no manejan la terminología, la acentuación, elementos esenciales. La formación es fundamental para quienes deseen incurrir en la escritura. “Si no manejan el instrumento que es la lengua, se mantendrán en intentos, en un primer chepazo. No van a evolucionar".

Acerca de su novela.
La vida es otra cosa, es el titulo de la primera novela de Jeannette Miller que trata sobre la cotidianidad que se vive en el país como son los viajes en yolas, el tráfico de drogas, la prostitución , las violaciones, el abuso contra la mujer, entre otros. Su eje central es, como Miller lo llama, La Impunidad.
“Se titula así porque cuando uno es niño está loco por crecer, porque piensas que el futuro es color de rosas, que voy a lograr esto y voy hacer aquello, pero viene el hacha de la realidad y te corta”, señala Miller.

Por esta novela recibió un premio especial en el reglón novela en el Concurso Internacional de Casa de Teatro. Y nos saca de dudas al decirnos que la Editora Internacional Alfaguara se la publicará para el próximo mes de abril.

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