martes, diciembre 09, 2008

Tu Palabra me da vida, confio en tí Señor

"Tu santa Palabra Señor, en mi corazón guardaré..."

Primera Lectura

Lectura del libro del profeta Isaías (40, 1-11)

“Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice nuestro Dios. Hablen al corazón de Jerusalén y díganle a gritos que ya terminó el tiempo de su servidumbre y que ya ha satisfecho por sus iniquidades, porque ya ha recibido de manos del Señor castigo doble por todos sus pecados”.

Una voz clama: “Preparen el camino del Señor en el desierto, construyan en el páramo una calzada para nuestro Dios. Que todo valle se eleve, que todo monte y colina se rebajen; que lo torcido se enderece y lo escabroso se allane. Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán”. Así ha hablado la boca del Señor.

Una voz dice: “¡Griten!”, y yo le respondo: “¿Qué debo gritar?” “Todo hombre es como la hierba y su grandeza es como flor del campo. Se seca la hierba y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre”.

Sube a lo alto del monte, mensajero de buenas nuevas para Sión; alza con fuerza la voz, tú que anuncias noticias alegres a Jerusalén. Alza la voz y no temas; anuncia a los ciudadanos de Judá:

“Aquí está su Dios. Aquí llega el Señor, lleno de poder, el que con su brazo lo domina todo. El premio de su victoria lo acompaña y sus trofeos lo anteceden. Como pastor apacentará a su rebaño; llevará en sus brazos a los corderitos recién nacidos y atenderá solícito a sus madres”.

Palabra de Dios.


Salmo Responsorial Salmo 95

Ya viene el Señor a renovar el mundo.

Cantemos al Señor un nuevo canto; que le cante al Señor toda la tierra; cantemos al Señor y bendigámoslo, proclamemos su amor día tras día.

Ya viene el Señor a renovar el mundo.

Su grandeza anunciemos a los pueblos; de nación en nación, sus maravillas. “Reina el Señor”, digamos a los pueblos, gobierna a las naciones con justicia.

Ya viene el Señor a renovar el mundo.

Alégrense los cielos y la tierra, retumbe el mar y el mundo submarino. Salten de gozo el campo y cuanto encierra, manifiesten los bosques regocijo.

Ya viene el Señor a renovar el mundo.

Regocíjese todo ante el Señor, porque ya viene a gobernar el orbe. Justicia y rectitud serán las normas con las que rija a todas las naciones.

Ya viene el Señor a renovar el mundo.


Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (18, 12-14)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿acaso no deja las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se le perdieron. De igual modo, el Padre celestial no quiere que se pierda uno solo de estos pequeños”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

El Señor no quiere que nadie se pierda, “pues el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que estaba perdido”. Jesús nos muestra aquí cuán importante somos para él, quien dio su vida por mostrarnos un camino de fidelidad al Padre y graficarnos que Dios es el Padre Misericordioso, que a pesar de nuestras debilidades nos ama entrañablemente, nos escucha y nos perdona. Ahora, si Dios es capaz de perdonar nuestras faltas, ¿somos nosotros capaces de perdonar a nuestros hermanos? No podemos juzgar el pensamiento de los demás; al contrario, presentemos a Dios nuestras oraciones especialmente por aquellas personas sobre quienes tenemos alguna duda, y luego, en la vida diaria, pongámonos a su servicio; ésta es la novedad del perdón. Hemos de imitar a Cristo en la solicitud por la oveja extraviada. Despreciar al que yerra va contra los principios de Dios; nuestro amor al ser humano tiene que ser inmensamente mayor que nuestro odio al error. Hay que dar a todos la certeza de ser buscados, amados, comprendidos, defendidos; ésa es la esencia del cristianismo. El Señor vino a sanar a los enfermos, a salvar lo perdido; buscó a la oveja perdida. Nosotros debemos, por tanto, seguir su ejemplo.


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