lunes, diciembre 01, 2008

La esperanza no falla



Hace días que tenía este escrito sin terminar. Tengo esa manía necia de dejar añejar las cosas. No parezco periodista, para nada. Soy según mi temperamento. Y, a pesar de que este retiro con Salvador Gómez aún sigue encendido en mi corazón con todas sus enseñanzas, he preferido guardarlas por un momento en mi corazón y esperar el momento en el que me sienta lista para entonces revelar este misterio que hasta ahora no había querido sacar a la luz. Una costumbre que imito' de María (todas las cosas las guardaba y meditaba en su corazón).

No hay dudas de que “La esperanza no falla”. Aunque no tengamos fe y perdónenme la dureza, pero a Dios que le importa que creamos o no. De todas forma, Él no falla.
Días antes del retiro estaba sumida en una fuerte angustia. ¿Recuerdan que me enteré porque había ido al Santísimo en la Anunciación en busca de una respuesta? Precisamente, yo estaba “esperando” a que Dios me dijera algo, lo que sea porque me encontraba (todavía) en una incertidumbre. Pero El nada que nada. Y yo sentía que no podía esperar más, le exigía al menos una pequeña respuesta que calmara mi ansiedad. Entonces llega: la esperanza no falla. El resto de la historia ya la conocen. Estaba entusiasmadísima, contando las horas para que llegara ese fin de semana. Incesantemente estuve orando a Dios para que me hablara -y no sólo a mi- a través de Salvador Gómez, el responsable de impartir el retiro.
Llega el día. Desde que pisé aquel auditorio de la Casa San Pablo me abandoné completamente a Dios y en cuestión de segundos empecé a sentirme distinta. Ya desde ese momento, Dios me hablaba.

Comienza la animación y yo me la gozo. Y recuerdo que le dije a Dios: oye, no importa que no me respondas, me basta con sentir tu presencia en mi vida. Ah, pero al menos muéstrame que me tienes presente, que no me has olvidado”. Seguido de la oración y la invocación al Espíritu, entra el hermano Salvador. Y yo estoy dispuesta y abriendo mi corazón al Señor para recibir lo que El quiera darme, estoy confiada en que será lo que necesito.

La primera charla se llama: dos maneras de vivir. La basa en la lectura en la que Jesús resucita el hijo de la viuda de Naín ( Lucas 7, 11-14).
Dice que hay dos tipos de personas. Las que van con ella lamentándose por lo que pasa. Recordándole la desdicha, “lloviendo sobre mojado”. Lo que quiere decir es que si es cierto que estás mal, pero no hay necesidad de restregártelo, de quedarte ahí, como si Dios no supiera lo que te está pasando. “Es necesario detener el entierro”, nos dice Salvador. Como lo hizo Jesús. El tiene compasión de ella y le dice: no llores. Si, hay que parar de lamentarse y levantarse. Y es Jesús que viene a tu encuentro y te saca de la angustia.
Otra de las características que podemos adoptar es la de ser sus discípulos o en quedarnos “al lado del camino” pidiendo limosna. Además estas personas se distinguen: unas están envenenadas y otras tienen el antídoto. Todos somos portadores del antídoto* que es Jesús. Y debemos tener la esperanza -que no es más que esperar con confianza- de Hijos de Dios, de que viviremos alegres gracias a que estamos en sus manos.

La segunda charlo sigue esa idea: "De la mano con Jesús". Es una de las que más me gustó porque en ella podemos reafirmar lo importante que somos para Dios. “Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco. Ellas me siguen y yo les doy vida eterna, nunca perecerán y nadie las arrebatará de mi mano. Aquello que el Padre me ha dado lo supera todo, y nadie puede arrebatarlo de la mano de mi Padre. Juan 10, 27-29.
No se imaginan lo segura que me sentí al escuchar esta lectura. Recordé esta canción: “nada me, podrá apartar del amor, del Señor (bis). Ni lo alto ni profundo, ni el presente, ni el futuro, ni el morir...”
Y luego de leer la lectura del ciego de Betsaida (Marcos 8, 22) Salvador nos recuerda: “Ya no están solos. Están en sus manos. Y como necesitamos esos toques de “salivita” con los que Jesús que poco a poco nos van edificando. Y luego llega ese gran toque, esa Fuerza de lo Alto que nos deja totalmente sanos.

Copio algunas palabras textuales de Salvador durante esta charla:

-Necesitas un “time out” que te saque de todo y te permita descansar, salir del “pueblo”.
- Primero lo ordinario. Aprende a descubrir que algo está transformándose, aunque sea poco. Es un proceso.
- Aunque vuelves a casa con una nueva luz, sigues con tu vida normal.
- Muchos reciben sanación, milagros y se sueltan de la mano de Jesús. Mal agradecidos. Sería mejor que no sane, para que nunca me suelte de tu mano.
- Si lo que importa no es a donde vas, sino quien te lleva de la mano.
- Hay quienes se quedan en las limitaciones y no ven las “grandes” cosas.
- ¡Señor, no te merezco, pero te necesito! (no es lo que haces lo que te aleja de Dios, sino lo que dejas de hacer).
- Hay cosas que están de más explicarlas. No expliques, porque complicas.
- El que te ama no necesita explicaciones. Para el que no te ama, las explicaciones no son suficientes. Es posible porque Dios se derrama en los corazones de quienes te aman.
- Deja que Dios haga. Que Dios sea Dios.

Por ahora, detengo la experiencia. Me quedan otros tres temas, que les aseguro concluiré mañana. Sería muy 'cansón' decirles todo de un 'tirón'.
Para terminar les digo: En verdad que nuestro Señor no tiene límites. El es nuestra alegría. Él nos da una gran esperanza.... que todo lo hace nuevo. Y no existe poder humano que nos pueda apartar del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.

"Podrán correrse los cerros y bambolearse las lomas, más yo no retiraré mi amor y mi Alianza de paz contigo no se bamboleará, dice Yavhé que se compadece de tí. Isaias 54, 10.

* Medicamento contra un veneno. || 2. Medicina o sustancia que contrarresta los efectos nocivos de otra.

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