lunes, noviembre 03, 2008

Dar sin esperar


Ilógico, tonto, estúpido. Muchas personas tildan los gestos desinteresados como un absurdo. No los culpo. Es difícil dar cuando sabes que nadie te recompensará, ni te delvoverá el gesto. Es más, que ni siquiera te lo agradecerá. Pero esta mañana el sacerdote explicó muy bien en la homilía el por qué hay personas que pueden dar sin esperar a cambio. Pues esta es su respuesta: "una persona que ora, que ha sido rescatada por Dios, que tiene y vive en su Presencia, da, es espontánea. No pone "peros" a la hora de servir". Mientras hablaba, yo asentía con la cabeza. Eso es cierto. Aquellos que hemos sido rescatados y amados por Dios, no miramos rostros ni condiciones. Es que hemos recibido tanto, que dar se vuelve un acto "espontáneo". Cuantas veces he escuchado a muchos decir: "por qué ser bueno con tal persona, si sé que ni lo agradecerá". Si, vuelvo a decir, puede ser un absurdo, pero no cuando se mira desde el amor de Dios, que no tiene medidas.

Yo recuerdo muy bien que desde el principio de mi vida cristiana, le pedía constatemente al Señor que me dejara amar a los demás tanto como yo había sido amada por Él. Y todavía lo hago. Ese es el el don que más anhelo: el del amor. Y amar es duro pues el que ama sufre, pero vale la pena. Porque el amor de Dios lo compensa todo. El te da lo que necesitas para que puedas entregarlo. Entonces, no se pierde nada, por el contrario. El que da, recibe. Y siempre la satisfacción de hacer algo por alguien es mil veces más gratificante. Una vez, estando en la Casa Rosada donde están los niños con Sida, compartí con una niña visiblemente muy enferma. Casí no podía hablar y estaba en una silla de ruedas. Yo estuve casi toda la tarde con ella y cuando llegó la hora de marcharme, ella sostuvo mi cabello con fuerza porque no quería verme partir. Nunca voy a olvidar su rostro, sus ojos que miraban con tanto cariño... Yo estuve a punto de llorar y le decía que tenía que irme... que lo sentía, pero debía hacerlo. Al final de ese día, si lloré. Me sentí tan feliz, porque su sonrisa a pesar de su condición y la de todos los niños que viven allá, son una gran lección. Como ellos son capaces, a pesar de que tienen los días contados, de sonreirle a la vida y de soñar. Yo he recibido más de ellos, de lo que pude darles. Definitivamente...

Es difícil de explicar. Es algo que para entenderse, tiene que vivirse. Tal como lo decía el sacerdote. Dejémonos usar por Dios y demos sin esperar que nos devuelvan. El amor verdadero es desinteresado y se entrega, porque si no, se muere.

Oración: Señor, ámame primero para así poder amar y darme a los demás. Ayúdame a ser compasiva (o), amorosa (o) y servicial con mis hermanos, sobre todo con aquellos que sé no pueden devolver lo que les doy: los pobres, los mendigos, los huérfanos, los cautivos. Enséñanos a amar, para poder enseñar a otros este don, el más hermoso y más importante de todos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

'Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor". 1 Jn 4,8.

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