martes, octubre 19, 2010

Mi luz

Un café ligeramente dulce, ligeramente claro, para comenzar el día. Eran las 6:30 am. Mami estaba sentada junto a mí. Se medicaba los ojos con unas gotas ardorosas... a ver cuándo se le va la odiosa conjuntivitis. Me decía que hoy amanecía peor que ayer. Yo estaba embobada, saboreando sorbo a sorbo el café, con la mirada fijada en el cielo aun gris y opaco. Lucía tan triste. Aún el sol no brillaba sobre él.
La imagen me llevó a pensar en que, al igual que el cielo, así está el ser humano cuando no se ha encontrado con el Amado: Jesús.
Cuando la luz de Jesús brilla sobre el hombre es cuando en verdad vive, cuando en verdad "es". El "Yo soy" nos permite conjugar el verbo "ser" para que podamos "estar".
La luz de su amor da color, vigor, ánimo, alegría. Por eso, al dejarnos iluminar por él, no es que todo se transforme. Es que todo encuentra su sentido real, auténtico. Su verdadero "Yo".

Más tarde, cuando iba por el elevado que sobrevuela la Avenida Abraham Linconl, volví a concentrarme en el cielo, que ahora con un azul radiante, coqueteaba con el verdor de los árboles. Lucía hermoso, resplandeciente. La luz del sol brillaba sobre él y le permitía lucir su color con tanta belleza que era asombroso.
Cuando me desmonté del "carrito", caminé despacio hacia el trabajo. Quería disfrutar de tan bella mañana que Dios había dibujado no sólo para mi. El gris y frío edificio de El Caribe se robaría este espectáculo en instantes y por varias horas. Así que me tomé mi tiempo y me dejé acariciar por el entorno. Cerré mis sentidos al ruido de las máquinas y las bocinas de los carros; al polvo, al lodo, a los choferes imprudentes, y los abrí al milagro de la vida que hoy Dios me permite disfrutar.
Por dos segundos cerré mis ojos y quise gritar "¡te amo!". Me contuve. Mi corazón dio un saltó y lo hizo por mí. Mi ser se llenaba de gozo. Sonreí y le decía una y otra vez "te amo, te amo".
Puede parecer una locura, lo sé. Pero no puedo evitarlo y no quiero. No puedo callar esto que me quema por dentro. Quiero que esa luz que me ha hecho "ser", ilumine a otros al encontrarla y encontrarse. Que esa luz que me dio mí color, que me hace el ser más feliz y radiante, lo haga con los demás.
Dejar los dilemas a un lado y ser un espejo... dejarse iluminar...

viernes, octubre 08, 2010

Silencio

El agua del lago tiembla cuando asomo la cara.
Sientos sus ondas en mi alma, moverse.
El espejo es una sombra empañada y húmeda: jamás me había reflejado tan bien.

La madrugada llega con todas sus interrogantes.
El silencio es una grieta que traspasa la honda soledad.
Existen las palabras, pero encontrarlas no puedo.
Es largo el camino, es larga la espera.

El Creador se asoma: calla.
Quema ahí donde desaparecen los sueños.
La siembra se vuelve agotadora.
El horizonte está claro y profundo como la mirada de un anciano. Sin embargo, no veo.

Cada mañana es el ayer que llega y la carne se hace débil.
Soltar las amarras, levar anclas, remar mar adentro.
El viento, a veces como un enfermo de tuberculosis,
otras como un desalmado huracán, sopla.

Un aguijón punza el corazón... Silencio.