Más dentro que fuera, en muchas casas, llueve. Hace frío en el estómago y el bolsillo. Se acabó el pan. No "hay" para ponerse de pie.
Los hueso se quebrantan. El enfermo mira callado a su alrededor y no ve a nadie.
Hay un niño descalzo caminando por la calle con un cubo lleno de porquerías. Se le perdió la inocencia y ni cuenta se dio. Lleva rodando la amargura que convertirá navaja filosa.
Un joven anda extraviado. Estaba tan oscuro el camino... que no supo distinguir a donde ir.
La muchacha lava los sueños en una agua enlodada y pestilente. Fue lo que le enseñaron.
De allá arriba baja una mano que aplasta las hormigas. No hay remedio. Más dentro que fuera, en muchas casas, llueve.
La vida es un viaje, en la que cada uno somos "pasajeros". Durante nuestro paso ocurren un sin fin de aventuras increibles, algunas dignas de contar, otras, no tanto. Y, desde mi lugar de los hechos, quiero mostrar -a veces con alma de poeta, con nostalgia, dolor, alegría o música- todo lo que se me o me ocurra. Tal como soy: versátil, sencilla y auténtica.
miércoles, mayo 26, 2010
martes, mayo 25, 2010
Si, todavía existo
Una entrada corta a modo de señal de humo. Una verguenza ajena y la fidelidad de aquellos que me siguen, me obligan a rendir una explicación por mi larga ausencia.
Trabajo. Tan sencillo y tan complicado como eso. Mi nuevo empleo conquista una importante parte de mi tiempo. Llega la mañana y de pronto, ya es de noche. En el intento por repartirme entre otras responsabilidades termino la jornada agotada. Será hasta que me adapte, pues tengo la esperanza de que, con la ayuda de Dios, sabré disponer con inteligencia de las 24 horas del día sin sacrificar ésto que tanto amo hacer.
Hay planes estrujados en hojas de papel que quiero hacer realidad. No encuentro la forma de alzar el vuelo. ¿Me faltará gasolina? ¿Tendré alguna avería en el motor de arranque? ¿Habrá alguna turbina oxidada? ¿Me hará falta un piloto? ¿o un copiloto? ¿Será que no sé hacia donde voy?
No tengo claras ninguna de las preguntas anteriores, a decir verdad. Pero me siento bien de no ser conformista, aunque me toque pagar un precio muy alto por no serlo.
Gracias a Dios, lo tengo a Él. Que me aguanta todas mis pataletas sin chistar. No se imaginan ustedes como lo amo. Por él todo lo demás cobra sentido y vale la pena.
Mientras tanto, tengo muchas cosas sencillas por hacer: Discutir y reír con Miguel; emprender proyectos locos con Edwin; crecer junto a Más que Vencedores y la Comunidad. Ser la madrina de un o una hija de Violeta e Ismael. Ver crecer a Lía. Luchar por mi familia en todo el sentido de la palabra.
Ver casarse a mi amiga Ana Virginia; compartir con mi hermana Berioska, aprender en la fe de Don Eddy y Doña Nilda; y de poesía y Literatura con Don Beiro. Ser "tía" de un hijo de Ivelisse.
Terminar la carrera, renovar mi visa, redactar artículos, montarme en muchos carros públicos, correr detrás de una guagua.
Conocer nuevas personas, nuevas culturas, leer muchos libros y escuchar música. Perfeccionar mi inglés, mi español y aprender francés.
Amar a mis hermanos y amigos cada día más. Ser menos egoista y más solidaria. Enmendar muchos errores. Hacer mi propio camino al andar, soñar...
Visitar a la gente, recordar los cumpleaños, aprender a tomar vino y volver a bailar ballet o algo parecido.
Ver películas y tal vez adquirir un nuevo celular. La idea de un Blackberry es una posibilidad a la que me resisto pero a la que mi trabajo me empuja. Odio este dilema. Es lo único de toda la lista.
Ya son las 10:30 p.m. Debo descansar. Me despido mientras veo con desdén la medicina que mami pone frente a mi, y pienso en lo que me pondré mañana para ir al trabajo.
Me tomaré una taza de leche antes de irme a acostar.
Trabajo. Tan sencillo y tan complicado como eso. Mi nuevo empleo conquista una importante parte de mi tiempo. Llega la mañana y de pronto, ya es de noche. En el intento por repartirme entre otras responsabilidades termino la jornada agotada. Será hasta que me adapte, pues tengo la esperanza de que, con la ayuda de Dios, sabré disponer con inteligencia de las 24 horas del día sin sacrificar ésto que tanto amo hacer.
Hay planes estrujados en hojas de papel que quiero hacer realidad. No encuentro la forma de alzar el vuelo. ¿Me faltará gasolina? ¿Tendré alguna avería en el motor de arranque? ¿Habrá alguna turbina oxidada? ¿Me hará falta un piloto? ¿o un copiloto? ¿Será que no sé hacia donde voy?
No tengo claras ninguna de las preguntas anteriores, a decir verdad. Pero me siento bien de no ser conformista, aunque me toque pagar un precio muy alto por no serlo.
Gracias a Dios, lo tengo a Él. Que me aguanta todas mis pataletas sin chistar. No se imaginan ustedes como lo amo. Por él todo lo demás cobra sentido y vale la pena.
Mientras tanto, tengo muchas cosas sencillas por hacer: Discutir y reír con Miguel; emprender proyectos locos con Edwin; crecer junto a Más que Vencedores y la Comunidad. Ser la madrina de un o una hija de Violeta e Ismael. Ver crecer a Lía. Luchar por mi familia en todo el sentido de la palabra.
Ver casarse a mi amiga Ana Virginia; compartir con mi hermana Berioska, aprender en la fe de Don Eddy y Doña Nilda; y de poesía y Literatura con Don Beiro. Ser "tía" de un hijo de Ivelisse.
Terminar la carrera, renovar mi visa, redactar artículos, montarme en muchos carros públicos, correr detrás de una guagua.
Conocer nuevas personas, nuevas culturas, leer muchos libros y escuchar música. Perfeccionar mi inglés, mi español y aprender francés.
Amar a mis hermanos y amigos cada día más. Ser menos egoista y más solidaria. Enmendar muchos errores. Hacer mi propio camino al andar, soñar...
Visitar a la gente, recordar los cumpleaños, aprender a tomar vino y volver a bailar ballet o algo parecido.
Ver películas y tal vez adquirir un nuevo celular. La idea de un Blackberry es una posibilidad a la que me resisto pero a la que mi trabajo me empuja. Odio este dilema. Es lo único de toda la lista.
Ya son las 10:30 p.m. Debo descansar. Me despido mientras veo con desdén la medicina que mami pone frente a mi, y pienso en lo que me pondré mañana para ir al trabajo.
Me tomaré una taza de leche antes de irme a acostar.
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