Año nuevo: otra oportunidad. Una década ha quedado atrás... En el 2000 yo tenía 14 años. Con nostalgía me puse a leer mis escritos de entonces. Me sonrojé al mirarme en esos versitos tímidos y flojos. Eran mis primeros años de enamorada de Cristo, con la pasión y la inmadurez de una adolescente llena de complejos e inseguridades, y que apenas se conocía a sí misma.
Me miraba en aquella nueva familia que Dios me regalaba: la iglesia y los amigos que aun conservo. Ya han pasado 10 años y recuerdo como si fuera ayer aquellos tiempos de mocedad.
La idea que tengo no es la de rechazar mi pasado. Pero como dice Martín Valverde: "no lo extrañes tanto (el pasado) como para regresar". Ese es uno de mis propósitos más importantes para esta nueva década que recién inicia: dejar atrás y volver a empezar: en lo espiritual, sentimental, profesional, personal... Vivir el hoy. Porque "necesito creer ya no seguir llorando", cito a Martín.
Lo que se estanca muere. Yo no quiero estancarme en mi pasado. En lo que pudo ser y no es. En lo que pude hacer y no hice. En lo que pude ser y no soy. Por eso mi más grande deseo lo encuentro a través de Pablo en su carta a los Efesios: "El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la Gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendaís la esperanza a la que os llama". Sentí que una espada me traspasaba el corazón cuando escuchaba esta lectura anoche en la Eucaristía. Y recordé que fue el mensaje que mi querida amiga Jenny dejó grabado en mi facebook en sus deseos de año nuevo. Cito " Y que este sea el año de poder comprender lo que el Padre desea de ti". Este es el reto que quiero asumir más allá de mis escritos sueltos en el blog. Habrán caídas, lágrimas, cansancio, desilusiones. Pero cuánto me conforta saber que no estoy sola en esta batalla y que encontraré el apoyo para seguir adelante. El primero que está conmigo es Jesús. El, todavía, sigue creyendo en mí.
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