lunes, julio 21, 2008

Decisiones

Foto: Julio César Peña.

Tomar café puro o con cremora. Comer saludable o en una fritura de la esquina. Ahorrar o gastarlo todo (porque hay que vivir cada día como si fuera el último). Sonreír o entruñar el rostro. Bailar o mirar cuando otros lo hacen. Disfrutar o amargarse. Resistir o halarse el pelo. Ser decente o correr a los brazos de la lujuria. Luchar por una causa o dejar que corra su cauce. Ser tierno o indifirente. Abrir el corazón, los ojos, o cerrarlos. Ser audaz o un pendejo. Resistir o subsistir. Reír o llorar. Levantarse o quedarse derrotado en el suelo. Luchar o darse por vencido. Soñar o tener pesadillas. Agradecer o maldecir. Vivir o morir. Amar o no.
Tantas decisiones, algunas fáciles, otras, no. Cada día esta lleno de ellas y tenemos que resolverlas. Nada puede ser y no ser. O es o no. No las dos.
Pero, qué sucede cuando no queremos más disponer los asuntos, aun sean "fáciles". Si queremos que aparezca una varita mágica y "tarán" deje todo resuelto. Cuando envidiamos a los locos de la calle, que no tienen preocupaciones, que no tienen que ¡decidir! En verdad, sería fácil? No lo sé. Creo que un demente también tiene sus asuntos que resolver.
Todas estas locuras y cuerdas mías hoy, es porque debo decidir y no quiero. Lo admito. Necesito tiempo y lo tengo, pero me desespero. Quiero paz para contenerme y encontrar con calma esa respuesta que busco.
A ti te lo pido, Jesús mi gran amor, que eres lo más preciado que tengo. El que de verdad me valora como soy, por lo que soy y no por lo que puedo hacer.

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