viernes, julio 25, 2008

No endurezcas tu corazón


Imagino a Dios ronco. Si. Angustiado y sin voz. Tantas veces hablándonos y nosotros atentos a tantas cosas, distraidos, y no lo escuchamos o nos hacemos los sordos.
Cuando llega el momento crucial en el que nos estamos hundiendo, como le pasó a Pedro cuando caminaba por encima de las aguas, y gritamos ¡auxilio! para que Jesús extienda su mano y nos rescate. Pero Jesús no esta lejos. Somos nosotros los que apartamos nuestros ojos de Él, como también lo hizo Pedro. Es entonces cuando empezamos a "hundirnos". Pero a este hombre sólo le basto decir Señor, sálvame, para que de inmediato, estuviera en sus brazos, a salvo. Imagino que Jesús no estaba tan cerca como para extenderle la mano tan rápido, sin embargo sólo basto el clamor de Pedro para que de inmediato llegara Jesús a socorrerle. Esa es la distancia a la que estamos de Jesús: a una palabra, a una necesidad de Él. Jesús no está lejos. Está aguardando a que le pidas que le dejes entrar en tu corazón y cambie tu vida. Es un caballero. No entrará hasta que no se lo permitas.
Abre tu corazón, no lo endurezcas. Dios te ama. Déjalo amarte. Lo único que puedes recibir son bendiciones.

† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (13, 10-17)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, se
acercaron a Jesús sus
discípulos y le preguntaron:
“¿Por qué les hablas en
parábolas?” El les respondió:
“A ustedes se les ha concedido
conocer los misterios del Reino
de los cielos; pero a ellos no.
Al que tiene se le dará más y
nadará en la abundancia;
pero al que tiene poco, aun
eso poco se le quitará. Por eso
les hablo en parábolas, porque
viendo no ven y oyendo no oyen
ni entienden.
En ellos se cumple aquella
profecía de Isaías que dice:
Ustedes oirán una y otra
vez y no entenderán; mirarán
y volverán a mirar, pero no
verán; porque este pueblo
ha endurecido su corazón,
ha cerrado sus ojos y tapado sus
oídos, con el fin de no
ver con los ojos ni oír con
los oídos, ni comprender
con el corazón. Porque no
quieren convertirse ni que yo
los salve.
Pero, dichosos ustedes,
porque sus ojos ven y sus
oídos oyen. Yo les aseguro
que muchos profetas y muchos
justos desearon ver lo que
ustedes ven y no lo vieron
y oír lo que ustedes oyen
y no lo oyeron”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

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