lunes, septiembre 05, 2011

Insomnio


Pasa la noche, llega el día
mira al cielo con los ojos abiertos
pero no sabe a consuelo.

Hay recuerdos vagabundos, asechando,
hambrientos, sin casa, buscando sitio en la oscuridad,
en el túnel sin salida de la memoria.

Toca la cumbre del silencio
se esfuma como el humo entre los labios
con un espesor casi tangible
con un aroma a desencanto y agonía.

Se sienta a escribir. Camina. Vuelve a sentarse.
Ya no hay nada qué hacer. Espera... espera... espera.
Y se convierte la mañana en una marea turbulenta
en un dolor de cabeza, en sonámbula.

Y de la neblina que esconde el sol al caer la tarde
aparece reflejada la imagen que tanto teme.
El reloj volverá a ser cómplice
cuando al caer la noche
le aseche el temor
le condenen a perpetua prisión
con el valor atado
los pies sujetados
hasta hundirle
tristemente
y con dolor
otra vez
en la eterna sinfonía de la madrugada
hasta que vuelva,
otra vez,
a caer la tarde.


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