Para nada soy una experta; sólo sé que me encanta. Sucede que cuando la descubrí (o cuando ella se dejó descubrir por mi) me impresionó bastante la forma en la que se pronunciaba sobre todos los hechos que le rodeaban. Me parecía hermosa su narración, tan exacta, tan perfecta. Como simulaba ser un pincel entre las manos de un pintor. Por el arrullo con el que dibujaba las palabras... me enamoró.
Y con el paso del tiempo el amor ha crecido. Sin embargo, debo reconocer que he desperdiciado mis años porque ignoro muchas cosas sobre ella. Me siento torpe. Pero es tan noble que no me lo reprocha y me acaricia con tal dulzura cada vez que me acerco a su orilla, que me hace olvidar los reproches y lo culpable que me siento de romper tantas veces mi promesa de estrechar nuestros lazos.
Tantas veces le ha puesto palabras a mis sentimientos. Tantas veces me alivia, tantas veces me calma. Tantas veces... ¡bendito sea el consuelo que encuentro bajo tus alas!
A ella este segundo post del año, por ser mi fiel confidente, por no dejarme vencer.
Este poema, del cubano Raúl Rivero, le he estado buscando desde hace siete años. Lo busqué sin buscarlo en realidad. Obligaba a mi mente a recordarlo, sin éxito. Hasta que hace un par de días me decidí a salir a su encuentro. Y allí estaba, como si supiera que lo buscaba, esperándome.
Ojalá que la historia termine diferente... que el posadero no llegue, que no toque la puerta, que no rompa el hechizo.
Hotel amistad
No sabe que
estoy viendo como tiemblan sus manos
cuando le
digo en alta voz
que afuera
llueve
que esta
noche quisiera tragarme su respiración.
No imagina
siquiera
que aquí
frente a sus
ojos
estoy
llenando de ella este papel.
No puede
no quiere
pensar
que la
última noche
me la estoy
llevando en un poema
que ahora
cuando este cuarto deprimente
de la calle
Industria
comience a
ser olvido
ruido de
besos
nada
se hundirá
para siempre nuestro pequeño reino
empezaremos
a divulgar nuestros secretos
porque ya se
cumplieron las tres horas.
Se rompió el
hechizo.
El posadero
llama ruidosamente a nuestra puerta.
Raúl Rivero
Cubano
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