Amanecí con el amor revoloteado. Desde que desperté, como a las 6 de la mañana, aun con los ojos entre abiertos y con el sueño sin espabilar, empecé a alabar al Señor. Sólo le dí gracias por todo y anticipadas por lo maravilloso que sería mi día. Lo demás fue como de costumbre. Me bañé, desayuné y me apure por salir a tiempo y no perder la guagua.
En el camino, me encontré con un amigo de mi hermana mayor. Ambos estabamos sufriendo su gripe y nos hemos perdido la bola de todos los días. Charlamos todo el trayecto y, Gracias a Dios, para mí, al menos, fue de los más entretenido, ameno y rápido. Llegó el momento de bajarme de la guagua y por poco no me doy cuenta. Que bueno cuando pasa eso, verdad? Estas tan entretenid@ que todo se va volando y cuando te desmontas y te alejas te envuelve una sensación de bienestar. No tiene que ser algo "grandioso". Siempre he pensado que en la sencillez y las pequeñas cosas es donde se esconde lo verdaderamente maravilloso, valioso y grande.
Mientras caminaba hacía ni trabajo me sentía regocijada. Casi las lágrimas se asomaban en mis ojos, como lo quieren hacer ahora...
"Soy tan feliz"- me decía. No hay palabras agradecer lo afortunada que soy de estar viva, y de poder disfrutar de todas las cosas que Dios me da, que entre todas la más valiosa es Su amor, sentirme amada por El. En ese instante imagino que Dios me abraza. Siento como la brisa roza dulcemente mis cabellos y el sol toca mi rostro con ternura. Como si en verdad tuviera manos y me toca para que sintiera su calor. !Qué alegría! Cuanto amor siente Dios por mi.
En medio de tantas tentaciones, de pesadumbres, de la rapidez que nos envuelve, el ajetreo que nos quita tiempo hasta para comer, y como van las cosas, no habrá tiempo ni para respirar, está Jesús para recordarte que es lo que en verdad importa. Hoy , a todos los que tengan la oportunidad de leer esta humilde reflexión, les invito a que mediten como está su vida. Si tu prioridad está encabezada por Dios. Si tienes tiempo para dar gracias por todo lo que te ha dado. Si los afanes terminan por arroparte y vives en constante rapidez.
En verdad todo esto es prestado. Nosotros todos sólo somos administradores y nada de esto lo vamos a necesitar, no nos los llevaremos a la tumba ni al cielo...
No importa que no hallas terminado la universidad, que quieras un mejor trabajo, si tienes que hacer un diplomado, si quieres un carro, un novio o novia...
Todo eso depende de Dios. Si nos ocupamos de sus cosas, El se ocupará de las nuestras. El sabe de más, lo que necesitamos. Como dice mi amiga Yaneris: No siempre lo que queremos es lo que necesitamos. Y al final, ¿qué nos queda de nuestros afanes?
Yo no seré la más inteligente, la más buena, la que tiene el mejor trabajo, la más linda, la más próspera... Pero soy muy feliz. Gracias a Dios.
Apúrence por lo que importa y no por las añadiduras. Los accesorios sólo son eso. Un complemento.
Miren el ejemplo de Martha y María. Léanse esto y reflexionen; Lucas 10, 38-42.
Eclesiastés, 3, 9.
L@s quiero mucho. que Dios les bendiga y que puedan ser muy felices..
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