Sin muchas palabras. Es curioso. Me han pasado tantas cosas en estos días... tantos sentimientos encontrados. Sucesos, enojos, mucho trabajo y un cierre de oro este fin de semana.
Por un lado la despedida del hermano John Morales quien se va a terminar sus estudios a España hasta finales de año que viene. A él le deseo lo mejor y que Dios le acompañe a cada momento. Que le ilumine y le de la fortaleza de resistir las pruebas que se le presenten en el camino.
Por el otr tengo que decir es que el día de ayer, domingo 30 de agosto, quedará marcado como un día especial: Dios, que se hace presente de forma extraordinaria, en lo ordinario. Siento que a partir de ayer, he dado un paso más, confirmando que mi vida no es más la misma desde el momento en que Dios se hizo presente.
Estoy inmensamente agradecida por quienes me rodean. Por todas las personas que se han cruzado en mi vida. Dios me ha bendecido de una manera tan especial con los amigos, que me siento a deuda. Ellos me motivan a ser mejor persona y a luchar con valor, con ánimo, con esperanza y alegría.
Definitivamente que me siento privilegiada. Tengo a Dios en mi corazón y aunque es difícil decir que sólo él me basta, quiero que así sea.
Todo lo demás queda opacado ante su grandeza: los problemas, las angustias, las pruebas... la incertidumbre, la cobardía... todo. Me quedo sin palabras ante Él. Y eso es mucho decir.
A resumidas cuentas: ¡Dios es WAO!
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