jueves, junio 24, 2010

Un día frío

Qué difícil levantarse por la mañana ( 5:30am) cuando llueve con ternura y el clima te invita a quedarte acurrucado/a bajo las sábanas tibias. La realidad sin piedad te sacude y te empuja a las frías aguas que te cortan el cuerpo y que te despiertan a las malas. Ni modo, hay que salir a la calle en busca del pan perdido, a mojarse los trapos y pescar resfriados esparcidos en la brisa, la humedad de la guagua y el hermetismo colosal del aire artificial.
El tiempo es tan gris como el humor, el ánimo y las esperanzas de las personas. El temporal combina con la corrupción. Las lluvias inesperadas con la ineptitud de las autoridades, que ya no sorprenden ni al más crédulo. Inundaciones que ahogan el optimismo. Derrumbes que se llevan el deseo de vivir, de luchar, de ser diferentes, de soñar.
Huele a mocato el mundo. Y hay gente que ya no le molesta. Está acostumbrada y no distingue.
Tanta droga, asesinatos, burlas, hambre, pobreza, injusticia, impunidad. Tanta vanidad, egoismo, hipocresía, ambición desmedida. Tanta soledad, carencia, enfermedad, olvido, mentira. Tanto de todo y de nada.
El mundo ataca fuerte, piensa que lleva la delantera. Cualquier corriente que llega arrastra al que no está preparado.
Existe el bien, no hay duda. Pero nos dejamos llevar por la corriente. Es más fácil que nadar en su contra. Plantamos sobre la arena porque no hay tiempo que perder. Y nuestras "seguridades" se pierden ante la menor brisa. La decisión es difícil. Vivir es difícil. Levantarse aun más. Ahora creo que es más valiente el que tiene que "levantarse" que el que nunca ha caído.

Es un día frío y extraño el de hoy. Sin embargo el corazón no se detiene. Su luz no se apaga. "Y sigo andando: estaba distraído, no destruido. ¿Desistir de existir?Resistir opto". Yuan.

jueves, junio 17, 2010

Sorbo a sorbo


Me gusta coleccionar tazas. Y leer libros. Escribir es un sueño que acaricio y, que a veces, pongo en práctica con inseguridad.

Lo de las tazas no sé cómo empezó. Tengo unas cuantas que uso a determinadas horas. Una es para la leche, que acostumbro tomar en las noches. Otra para el café y otra para el chocolate; tengo una enorme para comer cereal. ¡Ah! Tengo una para el yogurt.

Leo libros porque es como respirar, no porque eso me dé cierta altura frente a los demás. No creo en la superioridad de la intelectualidad. Leo porque me late el corazón fuerte y suspiro cuando me engancho a sus páginas. Parezco una quinceañera enamorada cuando leo. Saboreo las letras, me fascinan como pueden componer tan bellas melodías cuando se unen en esa perfecta armonía... en un compás sin desperdicios. Me roban el aliento cuando las veo ahí, tan normales y tranquilas. A pesar de todo son humildes. No se dejan deslumbrar por la fama, porque es que ellas son maravillosas.

Y escribir... todo empezó porque lo necesitaba, sin saberlo. Tenía que escapar de una prisión horrible en la que yo misma, sin darme cuenta, me había encerrado. Creo que de no ser por escribir (antes de encontrarme con Dios) no sé que hubiera sido de mí. El lápiz y el papel fueron mi consuelo en aquellos tiempos oscuros, tenebrosos. Todavía lo son.

De colecciones, pasiones y sueños tengo la vida. Seguiré buscando tazas y comprándolas cuando pueda. Seguiré devorando libros de poesía, novelas, cuentos cortos, crónicas... Seguiré escribiendo contra la corriente. Con todos mis defectos y mis faltas ortográficas, y mis incongruencias. Porque tengo que seguir viviendo. Porque tengo que enseñar a otros a vivir.

domingo, junio 13, 2010

Veneno

Por estos días hace mucho frío. Por las noches las sábanas finas no dan para cubrir el cuerpo que, mordido hasta los huesos, tiembla. También está oscuro. No se ve nada. Amaga a lo lejos una luz tenue. Cuando ya empieza a verse más claro, se marcha burlona dejando en penumbras el horizonte.
La realidad no existe. Todo es falso. Es mentira la verdad. Es un bufón que se alimenta de los crédulos. De los estúpidos, mas bien.
La vida es una ruleta. Todos se aglomeran a la espera de que salga el negro o el rojo, o el cero y llevarse todo lo que está apostado sobre la mesa. Se vale hacer trampa. Es más. La suerte acompaña a los tramposos. Uno que otros se adhieren a los inescrupulosos que se meten el as bajo la manga, porque le dejan caer migajas de sus grandes bultos de dinero. Todo está podrido. Todos. No se puede creer en nadie, porque nadie no existe. Cuando menos te lo esperas, otro viene y te pone delante el pie para que tropieses. Y se ríe a carcajadas de tu cara golpeada, tu vestido roto y sucio.
Se vale todo en este sandwich de salchicha. El sistema se abandera de este himno. ¿Principios, dignidad, respeto...? ¿De qué hablas? ¿Confianza, credibilidad, amor...? ¡Estás loco!
Hay delirio por doquier. Máscaras que esconden la hipocresía. Es un asco. Es una lástima.
A dónde ir. Salir huyendo, esconderse para sobrevivir. Suplicar al Todopoderoso para que tenga piedad. Por ahora es el único consuelo. Hace falta un antídoto que cure tanto veneno.
Hace falta volver a empezar. Destruirlo todo hasta el polvo y resucitar de las cenizas como el ave feniz.
Hay tanto dolor en ese cuerpo que intenta dormir resguardado en el techo de la soledad. En medio del frío que arrecia escalofriante en la oscuridad.

jueves, junio 03, 2010

Vuelve a volar

Es como el viento antes de que arrecie la tormenta. Sopla de tal forma, que se lleva todo lo que camina en su contra. Resiste golondrina. No te envuelvas en la corriente. Vuela. Llegarás a lugares tranquilos, pero para conseguirlo debes agitar tus alas como nunca antes.
Y al fin, cuando el lugar encuentres, ya no habrá por qué temer. Llegarás y serás feliz. Llegarás y volverás a partir porque ese es tu destino. Volver a volar por siempre.

miércoles, junio 02, 2010

Veo Veo

De niña solía jugar mucho al "veo veo", sobre todo cuando no había luz y mi papá no nos dejaba salir a jugar con nuestros amiguitos del barrio.
Para los que no conocen de que se trata este juego les explico que, primero, es muy fácil. Se puede jugar de dos o más personas; no hay límites. A quien le toca decir "veo veo" tiene que dar la inicial de la palabra de ese objeto que ve, y el resto tiene que adivinar de qué se trata haciéndole una serie de preguntas respecto a las características de ese objeto. Al que gane le toca poner a adivinar a los demás. Si nadie gana, él mismo sigue invicto hasta que pierda o hasta que quiera. Al menos así lo jugaba yo.
No sé por qué hoy, al leer la lectura del día, me acordé del "veo veo". De aquellas noches que completamente a oscuras, jugaba con mis hermanos, meciéndome a toda velocidad en una mecedora, impulsándome con los pies, mientras miraba fijamente a todos lados para adivinar el dichoso acertijo. Era muy raro que yo logrará ganar. Y cuando al fin lo hacía, mi objeto no era lo suficientemente difícil como para burlar el ingenio de mis jugadores.
Cuando leí el salmo descubrí la posible razón de mis desaciertos. "En ti Señor tengo fijos mis ojos"... De pronto recordé cómo mi mirada y mi mente no se concentraban en el objetivo: fijarme en encontrar el objeto. Siempre he sido muy avispada, inquieta... y eso también es una característica mental. Mis pensamientos siempre van rápidos, vagando por todos los lugares, agolpados juntos, unos tras otro sin pausa. Pienso y pienso y a veces creo que no pienso en nada. Me agoto porque no me concentro por partes sino en todo. Un defecto hace poco descubierto por mi, pero hace mucho descubierto por mi madre.
Cuántas veces no encontramos o alcanzamos nuestros objetivos porque andamos muy distraidos. Nos falta disciplina, concentración, visión, determinación. Ahora recuerdo que solía darme por vencida cuando no adivina de una vez. Recuerdo que mi hermano me regañaba y me decía que tenía que ser paciente y pensar. "Piensa, piensa, no te rindas", me decía.
Yo pataleaba, amarraba los brazos enojada. Y ya, se acabó el juego. Pero mi hermano insistía, y hasta me daba algunas pistas más para que adivinara. Cuando lo lograba me sentía avergonzada. Primero, porque a fin de cuentas se trataba de algo facilísimo. Segundo, porque no había tenido el deseo de seguir y me quejaba antes de tiempo.
Le doy gracias a Dios porque ha puesto a mi lado personas que, cuando he tenido el deseo de desistir y abandonar el juego, me insisten, me ayudan, me soportan mi rabietas de niña malcriada (que es con todo lo peor) y me perdonan cuando, en mis arrebatos, suelo arrasar como huracán con lo que me queda por delante.
Quiero decir como San Pablo: "Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos por la predicación del Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios. El nos ha salvado y nos ha llamado a llevar una vida santa, no por nuestros méritos, sino por su propia determinación y por la gracia que nos ha sido dada, en Cristo Jesús, desde toda la eternidad.
Por este motivo soporto esta prisión, pero no me da vergüenza, porque sé en quién he puesto mi confianza, y estoy seguro de que él con su poder cuidará, hasta el último día, lo que me ha encomendado".
Dios, quiero fijar mi mirada en Tí. No quiero cansarme en adivinar tu presencia en mi vida, aun cuando crea que no estás, que te has desaparecido. Gracias por los amigos de juego que me regaleste, porque si no logro adivinarte, con sólo verlos a ellos y escucharlos, es como si te viera y te escuchara a Ti.