jueves, agosto 28, 2008

Adiós

Ésto, que no sé dentro de que género de la literatura tiene espacio, surgió mientras leía un libro de Mario Benedetti en un aula vacía de la universidad. Salió así, rápido, sin darme tiempo de pensarlo. Sólo alcancé a obedecer mi impulso de tomar el lápiz y la libreta, y sacar fuera eso que ya no soportaba estar dentro.


Son muy dolorosas las despedidas. Sobre todo cuando tienen de telón de fondo el amor.



Siento que de repente, algo se desprende del techo de mis sueños,
porque ya no estás para dibujarme sonrisas francas y dulces.
Me quedo sola con tu ausencia, carcomida por los recuerdos de tenerte y no.
Nada augura algo mejor, que tus manos acariciando mi rostro; que tus ojos
mirándome con ternura; que tus labios recorriendo los míos.
Perderte es ver derrumbarse un manojo de anhelos,
que ahora no son más que tristes quimeras.
Entre tanto, mi corazón claudica, esperando el día
en que llegue alguien que te aparte de mi ser.

No hay comentarios: