martes, agosto 05, 2008

Momentos inolvidables



A mediados del año próximo, estoy pensando en comprar un carro con mi hermana. Desde ahora estoy haciendo los cálculos financieros para saber si en verdad me conviene tomar esta desición. Elizabeth, con la que haré "el negocio", me dice, muy convencida, que sí, que es lo que tenemos que hacer. Ella no es de darle vueltas al asunto, a diferencia de mi. Ja! Además, ella se lleva al bolsillo una cantidad de dinero mayor que quien les escribe. Podría comprarlo por sí sola el vehículo, si quisiera. La que tiene que estarse rompiendo la cabeza soy yo. Evaluo cada centavo, los pro y los contra: mis gastos mensuales de pasaje para compararlos con lo que tendría que pagar de gasolina y de cuota mensual, claro, compartido a partes iguales con "my sister", y así por el estilo.

La idea empieza a adquirir forma: podré tomar mis clases de noche sin tantas preocupaciones y así avanzar más en la Universidad. Sería menos peligroso -porque siempre se corre sus riesgos- y menos agotador. También podría realizar algunos "picoteos" paralelos al trabajo y unos cuantos cursillos necesarios a nivel académico y cristiano, "of course".

Pensando en todo esto, no sé, pero me da nostalgia. Siento que voy a extrañar mis largas caminatas bajo las caricias del sol y las ocurrencias que vivo en las guagas y carros de concho. No sé si estoy preparada para abandonar eso. No se escandalicen. Es verdad. Son increibles las historias y los amigos que he ganado en mis travesias de peatona. Tengo muchos recuerdos, algunos no gratos, pero igual emocionantes. Eso de ir de pie en la guagua o con alguién con un "machete" a mi lado, es quizá lo que más me incomoda, pero he podido vivir con ello. No es tan malo, a fin de cuentas me hace sentir viva, valiente, capaz de sobrevivir ante cualquier situación. Llega un momento en que te desesperas, porque te "hartas" de las imprudencias de los choferes y el maltrato de los cobradores. Pero ahí, subida en una boladora o en una Omsa, me siento más humana. Puedo hacer sonreír a alguien, reír yo de las ocurrencias de la gente. Escuchar conversaciones de todo tipo, ayudar a gente enferma (me ha tocado), hasta cargar niños que otros no se atreven, porque les da "cosa" pues su piel es de color y tiene algunos rastros de picaduras que los hace lucir "raros" o feos. A mi estas vivencias me han dado una gran lección de lo afortunada que soy a pesar de mis "achaques" de salud u otras "carencias" y de lo mucho que Dios se hace presente en estas personas y realidades.

Entiendo que debo comprar el vehículo por la necesidad de crecer que tengo. Pero de vez en cuando dejaré a mi querido "Rocinante" en casa y me daré un "baño de pueblo" para seguir aprendiendo, valorando lo que voy adquiriendo, manteniendo la humildad y la sencillez. Pegandome "como anoche" y escuchando "de a cinco por asiento" o "con los chelitos en la mano, voy cobrando" . Espero en Dios que así sea. Yo lo quiero así.

1 comentario:

Clarita dijo...

Realmente entiendo lo que escribes.. Y me da mucha nostalgia.. Aunque creeme que las anecdotas no desaparecen solo cambian.. Ahora no recibiras las cosas parada en una voladora..Dejaras de ser para hacer.. Oiras cosas que nunca pensaste oir de nadie.. Sabras lo dificil que resulta estar frenando y acelerando en un tampon de horas y que un gracioso se te meta a lante en la fila.. Que te tranquen al salir de misa no uno sino dos carros...jajaja Acabando de salir de una homilia que dice: Todo pasa por una razon! Nuestras vidas avanzan y con ella nuestras experiencias....Espero la comparación de las cosas que pasan en tu vida de peatona, con las cosas que pasan con tu vida de chofera! Dios te bendiga..