La vida es un viaje, en la que cada uno somos "pasajeros". Durante nuestro paso ocurren un sin fin de aventuras increibles, algunas dignas de contar, otras, no tanto. Y, desde mi lugar de los hechos, quiero mostrar -a veces con alma de poeta, con nostalgia, dolor, alegría o música- todo lo que se me o me ocurra. Tal como soy: versátil, sencilla y auténtica.
jueves, julio 03, 2008
Delante del Cordero
Tomás no estuvo presente cuando Jesús se apareció ante sus demás compañeros. Para él era muy difícil creer que Su Maestro estuviera "vivo", después de una muerte tan cruel. El tenía que ver en "sus manos la señal de los clavos y meter su "dedo en los agujeros de los clavos y su mano "en su costado" para "creer" tal historia de que esta vivo.
Jesús, en Su inmensa misericordia y noble amor se aparecé ante el y los demás discípulos y le dice: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano; métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”.
Imagino el rostro de sorpresa de Tomás. Su Señor descrubrió su incredulidad. Y el hizo la primera proclamación de fe en Jesús después de Su Resurrección, declarándolo como Dios verdadero: "Señor Mio y Dios Mio". Jesús declara que son dichosos aquellos que creen sin haber visto. Y nosotros entramos en ese renglón. Hoy Jesús se presenta delante de cada uno y nos dice que creamos, que veamos sus llagas de amor y pongamos nuestras vidas en ellas. Delante del Jesús, el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, proclamemos una alabanza en Su nombre, porque Jesús da sentido a nuestra vida y nos hace participes de la bienaventuranza de ser Hijos de Dios.
Si necesitas ver para creer, pídele a Jesús que te muestre su mano y costado y contémplalo en la cruz, mirándote lleno de amor, sufriendo para que dejes tú de sufrir, amándote para que no mendigues migajas de amor, abrazándote para que ya no estés nunca más solo/a.
Hoy, Señor mio y Dios mio, ante ti me rindo en adoración. Te alabo. Bendito seas por siempre Señor. Gloria y alabanzas a Ti, Nombre sobre todo Nombre. Dulzura mia, amor mio. Que mis labios, mi corazón jamás se cansen de alabarte. Te amo. Gracias por amarme primero. Ayúdame a seguirte, a amarte más. Gracias Señor, gracias Jesús.
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