Creo que tenía 10 años cuando leí El Pricipito, de Antoine de Saint-Exupéry. Si, hace taaanto tiempo, que ni me acordaba, que no recordaba nada de lo que contaba esta historía, más que algunos datos que son lo que lan hecho "famosa". Ayer, revisando el editorial de la revista UEPA MAG, encontré esta frase: "Lo esencial es invisible a los ojos". Su sencillez me atrapó. Quise buscarla para leerla en el contexto en que se explicaba y me dispuse a buscar los textos del Principito, de donde fue extraída. ¡Qué experiencia! Aunque no lo crean, fueron muchas las emociones revividas: me recordé leyéndola en los muebles algo desvencijados de la humilde sala de mi casa. Recordé como me gustaban las ilustraciones de cada página... cómo avazaba rápido la lectura para poder encontrar la figura graciosa del Principito, en cada una de sus "búsquedas"... Volví a ser niña (siempre lo he sido). Volví a reencontrarme con esa Nazarita (que es como me suele llamar mi padre, a veces cuando esta molesto y quiere regañarme) traviesa, despeinada (todo se me soltaba de pelo...) temerosa, insegura, ñoña (en extremo) tímida, sumisa; pero cariñosa, dulce, ingenua, con unas ganas de amar increíbles... y de ser feliz... y de ser... Esa nazarita que escribía garabatos emulando ser periodista o una gran escritora. Me recuerdo sentada sobre mis pies (una manía que aun conservo) levantando la cabeza para suspirar cuando leía algo que me había gustado mucho (aún la conservo... esa manía). Recuerdo haber terminado el libro. Cerrarlo y colocarlo en el librero, como me había ordenado mi hermano... era suyo El Principito. Se lo habían obsequiado como regalo de Reyes, si mal no recuerdo, una vecina: Anita. Recuerdo su forro... el que todavía conserva, casi intacto.
El Principito volvió a mi para darme una lección. Para inspirarme. Para recordarme que no hay nada mejor que seguir siendo una niña... que soñar... que lo que vale, lo que importa, lo que es puro realmente, sólo el corazón puede verlo, porque es invisible a los ojos. Quien me ama o quien me ame, se dará cuenta que eso es lo que me importa... lo que los ojos no pueden ver. Es tan difícil encontar personas que no se detengan en lo exterior, sin darse la oportunidad de conocer los sentimientos, el corazón de las personas...
Yo, con la ayuda de Jesús, quiero conservar mi corazón... mantenerlo siempre abierto para reconocer lo que mis humanos ojos no pueden... para amar sobre todas las cosas... para encontrarme día a día con el maravilloso Dios que me ama tanto... para poder llevar a los demás ese sentimiento del que tanto se carece, y que es tan necesario.
Capítulo 21. Fragmento
"Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple : Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos. -Lo esencial es invisible para los ojos -repitió el principito para acordarse.
-Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.
-Es el tiempo que yo he perdido con ella... -repitió el principito para recordarlo.
-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa...
-Yo soy responsable de mi rosa... -repitió el principito a fin de recordarlo".
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