Muchas veces tenemos la respuesta, la solución a nuestros problemas delante de nosotros, y no nos damos cuenta. Alguien nos tiende una mano y nos ponemos a quejarnos, y ni siquiera somo capaces de creer que exista un auxilio a nuestras necesidades.
Nos pasa como a este paralítico, que cuando Jesús le pregunta: "¿quieres curarte?" él, en vez de decirle que si, le dice que no tiene "quien" lo ayude a entrar a la piscina.
Cuántas veces ponemos delante las excusas para limitar el Poder de Dios que quiere actuar en nosotros. Miramos nuestras limitaciones, y no nos damos cuenta que Dios es más grande que cualquier problema, que cualquier limitación que tengamos. Nos hace falta fe para creerle "a" Dios.
Pero muy inteligente, Dios nos envia a Jesús para que nos enseñe a confiar y a confiarle nuestras vidas a Él. Y Jesús, lo primero que hace cuando sale a nuestro encuentro, es quitarnos una de las peores enfermedades: La soledad. Esa que nos limita, que nos mutila, que no permite que Dios actúe.
"La respuesta a mis necesidades está delante de mi". Hoy pido a Dios por mi y todos aquellos que buscan una respuesta. Pídamosle juntos a Él que todo lo puede y que todo lo conoce, que nos conceda el discernimiento para descubrir que es lo que tiene para nosotros, cuáles son sus planes. Para que podamos ver la mano que nos extiende, la sanidad que necesitamos, el amor que tanto buscamos. Para que no nos pase como la canción: "con nosotros está, y no le conocemos"... y le dejamos pasar de largo. Sea por cobardía, sea por miedo. Muchas veces delante de nosotros está eso que tanto buscamos.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (5, 1-3. 5-16)
Gloria a ti, Señor.
Era un día de fiesta para los judíos, cuando Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las Ovejas, una piscina llamada Betesdá, en hebreo, con cinco pórticos, bajo los cuales yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. Entre ellos estaba un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.
Al verlo ahí tendido y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo en tal estado, Jesús le dijo: “¿Quieres curarte?” Le respondió el enfermo: “Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua. Cuando logro llegar, ya otro ha bajado antes que yo”. Jesús le dijo: “Levántate, toma tu camilla y anda”. Al momento el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar.
Aquel día era sábado. Por eso los judíos le dijeron al que había sido curado: “No te es lícito cargar tu camilla”. Pero él contestó: “El que me curó me dijo: ‘Toma tu camilla y anda’ ”. Ellos le preguntaron: “¿Quién es el que te dijo: ‘Toma tu camilla y anda’?”
Pero el que había sido curado no lo sabía, porque Jesús había desaparecido entre la muchedumbre. Más tarde lo encontró Jesús en el templo y le dijo: “Mira, ya quedaste sano.
No peques más, no sea que te vaya a suceder algo peor’. Aquel hombre fue y les contó a los judíos que el que lo había curado era Jesús. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.
Palabra del Señor.
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