Eehh... Cómo decirlo... Aquí, frente a la compu, repartida entre mis sueños de revolución y la inspiración divina que me hace inclinarme de rodillas. Ambos paralelos que al final se unen, como arena y mar, son influenciados por el sol que me ilumina de frente. Pienso en que ese mismo astro que contemplo con admiración y que me recuerda la grandeza de Dios, es el que brilla sobre casuchas de zinc y rostros adormilados por la angustia que les provoca no saber a qué se levantan hoy.
El mismo sol que entra por el Penthouse, es el mismo que arde sobre la cara de los fruteros, motoconchos y tarjeteros.
Ah! Pero como decirlo... siento un poco de hambre. Me distraigo, me recojo el pelo detrás de la oreja y por fin me animo, tras un respiro: "gracias por todo Señor. Aunque no entienda, gracias. Hoy será un día maravilloso. Aunque ni yo misma me entienda. Gracias".
Cada día hay que dar un nuevo sí. Cada día hay una batalla que luchar. Cada día una esperanza para vencer. Cada día una oportunidad de levantarse y seguir. Cada día, cada amanecer es un volver a empezar. Y en su composición más pequeña, en cada milésima de segundo, Dios nos acompaña, nos guia y nos ama.
Ahí vamos. ¿Me sigues?
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