"Tu eres mi Dios, te doy gracias,
Dios mío, quiero ensalzarte.
¡Dad gracias a Dios, porque es bueno,
porque es eterno su amor".
Salmo 118 (117)
No necesitas palabras vacías ni rebuscadas. Qué alivio que te conformas con lo poco que te puedo dar, y eso soy yo por entero.
Esta mañana, perdida entre la mirada ausente y soñolienta de la gente, quise decirte muchas palabras. Quise inventar nuevas, para alabar tu nombre, para darte gracias. Pero, mientras más me esforzaba por hallarlas, más lejos me parecía estar de ellas. Agitada, subía el puente peatonal. "Todavía estoy débil... " pienso, mientras hago un esfuerzo por no perder la respiración. Siento que esa debilidad se traduce para orar y no me simpatiza.
Por eso este salmo. En sus sencillas estrofas siento que dice lo que hoy a resumidas cuentas, te quiero decir: que eres bueno, que tu amor es eterno. Y te doy gracias por eso. Porque de ahí se deriva todo lo demás. ¿Que más puedo decir? Bueno, eso. Que tu eres mi Dios.
"Qué delicioso Dios,
es poder decirte que te amo.
Es poder decirte, que te quiero.
Y que en mi vida, eres alfarero.
Maravilloso Dios.
Quiero decirte tantas cosas
Que eres mi dueño, eres mi roca.
Sólo tu sabes tantas cosas.
Eres mi Dios, de mi vida eres Señor
a tu lado, sólo quiero estar,
a mi lado siempre vas".
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